lunes, 24 de septiembre de 2012




Me hizo sentir como una auténtica yonqui, con la misma dependencia que los drogadictos necesitan cada día su droga. Había veces que ni dormía, sólo esperaba a que él apareciera, con su mirada y su media sonrisa. Las ansias de sentirle ni me dejaban vivir. Había mañanas que parpadeaba infinitas veces y despúes, me apoyaba sobre su pecho para comprobar que era verdad, que estaba allí, conmigo. Nos emborrachábamos de besos y viviámos de impulsos recién salidos del corazón. Y sí, puede parecer que ahora mismo esté de pie, pero mis rodillas seguirán temblando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario